Los años en el Neuhof
1769-1798
El ideal del campesino y el campesino Pestalozzi
Como todos los demás miembros del Círculo de los Patriotas de Zurich, Pestalozzi estaba entusiasmado, en el sentido propio del término, por el ideal de Rousseau de una vida natural, virtuosa y libre. La vida del hombre de la ciudad le parecía deformada, deteriorada y artificial; el campesino, sin embargo, vivía con sencillez, fortaleza y en unión estrechísima con la naturaleza. Este modo de ver las cosas se juntó con su afán de poder ayudar efectivamente a los pobres en el campo. Para ello interrumpió sus estudios antes de tiempo a la edad de 21 años y decidió hacerse campesino él mismo. Empezó el aprendizaje con el campesino modelo Johann Rudolf Tschiffeli [1] de Berna y allí aprendió la fruticultura y la agricultura, la plantación y el cuidado de plantas nuevas, la conservación de los frutos del campo, la mejora de la tierra con nuevos métodos de abono, todos los cálculos económicos necesarios y la manera de tratar con compradores y vendedores – en resumen: los elementos básicos de la agricultura moderna [2].
Si Pestalozzi, ya a la edad de 21 años, se esforzó por buscar una actividad práctica que prometía al mismo tiempo producir algo económicamente, esto tenía, aparte del entusiasmo por la vida del campesino, que estaba de moda, y aparte de su afán de ayudar a la población rural a través de su buen ejemplo, otra razón muy sólida: Se había enamorado de Anna Schulthess, quería casarse y, por ello, tendría que poder mantener a una familia. Y para un ciudadano de Zurich, esto significaba en aquel tiempo: O bien entraba al servicio del Estado o bien se hacía empresario. Pestalozzi era consciente del hecho de que él mismo se había cerrado la primera posibilidad por su participación en acciones rebeldes de los Patriotas de Zurich, por lo cual esperaba hacer su fortuna como empresario. En realidad, Pestalozzi, consecuentemente, se vió y se sintió como empresario a lo largo de toda su vida.
En septiembre de 1767, Pestalozzi entró en la casa de Tschiffeli en la localidad bernesa de Kirchberg, para el aprendizaje agrícola que, al fin y al cabo, no debía de durar mucho más que medio año. Varios pasajes en sus cartas (a Anna Schulthess) testimonian que consideraba su aprendizaje profesional como preparación para el bien del pueblo y que su empresa agrícola planificada iría a tener como fin “la felicidad de muchos de sus prójimos”. (PSB 1, pg. 241) Veía ante sí sus futuras acciones por el bien de los demás como imágenes idílicas. Veremos que su actividad bienhechora iba a ser sufrida con dolor, renuncia y desilusión, más bien que endulzada por alegrías.
Tras su retorno de Kilchberg, Pestalozzi compró a una distancia de 25 kilómetros de Zurich – en el pueblito de Birr, donde hoy está enterrado – a más de 50 campesinos un total de 20 hectáreas de prados y tierras de labor, consideradas poco productivas, y construyó unos edificios nuevos fuera del pueblo. Este “Neuhof” en lo sucesivo iría a ser su morada, aunque más adelante tendría que actuar en otros lugares. Lo habitó y lo explotó hasta el año 1798 y de nuevo se retiró a él en 1825, cuando tuvo que cerrar su Instituto pedagógico en Yverdon. Durante la ausencia de Pestalozzi, el Neuhof era explotado por su único hijo, el cual murió en 1801 a la edad de 31 años, después por el segundo marido de la viuda superviviente y, finalmente, por el único nieto de Pestalozzi, Gottlieb.
Pestalozzi pensaba – totalmente de acuerdo con el fisiocratismo – mejorar la tierra a través de nuevos métodos de abono e introducir el cultivo de la esparceta – una planta forrajera nueva – y de la granza, cuya raíz daba un colorante rojo para la industria textil. Pudo financiar el proyecto parcialmente gracias a la herencia que le correspondía de parte de su padre, muerto prematuramente, además con un préstamo de su tío por parte materna y, finalmente, con un anticipo de un banco de Zurich que pertenecía lejanamente a parientes de su esposa.
Ya desde el principio se le amontonaban numerosas dificultades que finalmente le asestaron el golpe mortal a la empresa de Pestalozzi: En el fondo, la mala suerte empezó ya por el hecho de que Pestalozzi se confió a Heinrich Märki [3], tabernero y carnicero en Birr, el cual era un especulante de inmuebles sin escrúpulos y de mala fama y que sabía muy bien sacar sus propias ventajas en perjuicio de sus clientes. Además, al hombre joven le faltaba toda clase de soporte paterno para fundar su empresa: Su propio padre había muerto hacía mucho y la familia de Anna, que habría contado con mundología y experiencia en asuntos de negocios, le abandonó. Hay que observar, sin embargo, que Pestalozzi no era el hombre que se dejaba aconsejar facilmente en sus planes. Además, Anna tampoco había aprendido a economizar, y las relaciones con los vecinos finalmente no correspondían al ideal [4], que había soñado Pestalozzi en una carta a su futura mujer. La vida en el Neuhof no llegó a ser “indeciblemente deliciosa”, porque sus vecinos estaban llenos de recelo y desconfianza y le ponían todas las trabas que podían. Atravesaban sus delicadas plantaciones como estaban acostrumbrados a hacerlo antes, cuando se trataba de praderías malas, y dejaban pastar el ganado menor en sus tierras de labor, como correspondía a la ley no escrita en la rotación trienal en cada año de barbecho. No les preocupaba que la granza necesitaba cuatro años para que su raíz madurase, reclamaban su presunto derecho. Pestalozzi, al principio, intentaba actuar con buenas palabras, después puso vallas y, cuando éstas fueron derribadas, tuvo que acudir a los tribunales que finalmente le hicieron justicia. Pero con ello había perdido la amistad de los vecinos. Éstos, además, le desacreditaron a Pestalozzi ante su prestamista e incluso el propio mozo de labranza le habló mal al banquero de Zurich de las perspectivas de éxito de la empresa, por lo cual éste, el 12 de agosto 1770, declaró fracasada la empresa y retiró su capital sin consideración, antes de que Pestalozzi pudiera cosechar por primera vez y antes de que el carpintero hubiera erigido la armadura del tejado sobre la casa nueva.
El suelo, de hecho, resultó poco apto para el cultivo de granza y los años desastrosos de 1771 y 1772, que hundieron a toda Europa en el hambre a causa de sus malas cosechas, destruyeron en el Neuhof lo poco que aún podía haber crecido. Pestalozzi intentó salvarse por medio de la ganadería, pero no disponía en absoluto de los conocimientos suficientemente detallados para ello. El montón de deudas no hizo más que crecer, y en 1774 el joven agricultor se vió enfrentado con la ruina económica. Vendió su ganado, arrendó la mayor parte de sus tierras a otros campesinos y, a pesar de ello, se vió entrampado hasta las cejas. La familia de Anna pagó las deudas, hecho que le produjo pocas simpatías de parte de sus cuñados.