Antropología

La teoría de Pestalozzi sobre el ser humano

En el año 1782, Pestalozzi escribió en una carta al Pastor Mieg: "Mi único libro que estoy estudiando desde hace años es el ser humano; sobre él y sobre la experiencia con él y de él  estoy construyendo toda mi filosofía" (PSB, 154), y su célebre "Atardecer de un eremita" (Abendstunde eines Einsiedlers) comienza con la pregunta central: "¿El ser humano, en su esencia, qué es?" (PSW 1, 265). Es efectivamente una característica destacada de Pestalozzi el hecho de que, como político, dedujo su teoría social y los pricipios políticos que en ella se basan y, como  pedagogo, dedujo su teoría de la educación consecuentemente de aquella imagen del ser humano que llevaba dentro.

Aunque esta imagen del ser humano para él no es en absoluto algo establecido como conjunto fijo para siempre, el total de su filosofía antropológica está marcado, sin embargo, por unos pocos supuestos fundamentales, de los cuales se deducen sus posiciones en materia de teorías sociológicas, políticas, pedagógicas, teológicas y psicológicas. Dejó escritas sus reflexiones y convicciones primeramente y sobre todo en "Atardecer de un eremita" (Abendstunde eines Einsiedlers) (1779), después, en su mayor parte, en los dos últimos tomos de "Lienhard y Gertrud" (Lienhard und Gertrud) (1785, 1787) y, por fin, centralmente en su obra filosófica principal "Mis investigaciones sobre el proceso de la naturaleza en el desarrollo de la especie humana" (Meine Nachforschungen über den Lauf der Natur in der Entwicklung des Menschengeschlechts) (1797). Posteriormente prolongó la teoría aquí desarrollada también en su obra tardía "A la inocencia, la seriedad y la nobleza de mi época y de mi patria" (An die Unschuld, den Ernst und den Edelmut meines Zeitalters und meines Vaterlandes) (1815).

En el marco de este breve resumen del concepto que tenía  Pestalozzi sobre el hombre, nos llevaría demasiado lejos abordar el desarrollo biográfico-histórico de sus pensamientos o tratar apreciaciones diferentes matizadas en diferentes obras o períodos. Más bien se exponen sistemáticamente y en forma de tesis las ideas fundamentales. La antropología de Pestalozzi sirve de estructura para ver cómo la desarrolló en las "Investigaciones" (Nachforschungen).

  1. El punto de partida de la antropología de Pestalozzi lo forma su convicción (que él mismo considera ser un hecho de experiencia general y, por tanto, evidente) que la naturaleza del hombre no es algo perfectamente uniforme en sí, sino que más bien está marcada por tensión y contradicción. La naturaleza humana tiene claramente dos dimensiones. Pestalozzi designa una de ellas como naturaleza sensitiva o "animal" y la otra como naturaleza superior del ser humano.

  2. La naturaleza sensitiva es todo aquello que sirve a la autoconservación del individuo y a la conservación de la especie. En este aspecto el hombre tiene mucho en común con los animales, razón por la cual Pestalozzi con frecuencia designa esta naturaleza también como naturaleza animal. En particular, se trata con ello de la sujeción al cuerpo físico, de impulsos e instintos, de necesidades y su satisfacción, de la dependencia de los sentidos, que centran las vivencias en un  punto de vista concreto y le posibilitan la sensación de placer y desgana, mas se trata también de sentimientos como afecto y antipatía, de pereza por naturaleza, de sexualidad, nacimiento y muerte física.
     
  3. La naturaleza superior posibilita lo que eleva al hombre sobre el animal: reconocer la verdad, ejercer el amor, creer en Dios, hacer caso a la propia conciencia, hacer lo que es justo, desarrollar el sentido de lo hermoso, reconocer y realizar valores superiores (lo bueno, lo verdadero, la justicia, etc.), ser creativo, obrar en libertad, asumir la responsabilidad, superar el propio egoísmo, organizar vida en comunidad, permitir el imperio de la razón, aspirar a la autoperfección. Pestalozzi está convencido de que en estas posibilidades inherentes al hombre se manifiesta una chispa divina  que le lleva a ser imagen divina. Por esta razón, denomina esta naturaleza superior con frecuencia naturaleza interior, intelecual, moral o divina.

  4. La naturaleza animal y la superior se hallan en una relación recíproca dinámica, comparable a un fruto con pellejo y hueso. La naturaleza superior es lo finalmente duradero, indestructible, la naturaleza sensual es provisional y pasajera.

    Estas dos dimensiones de la naturaleza humana según su esencia son, por cierto, diferentes una de la otra, pero según su apariencia están unidas, es más, todo lo superior tiene su fundamento en lo bajo, crece de ello, se desarrolla, y finalmente es la tarea de la educación elevar esta parte inferior a un nivel superior. Con ello, Pestalozzi combina su enfoque estrictamente dualista con un elemento monista de continuidad, lo que no le hace siempre fácil de entender pero, por otra parte, le da la oportunidad de postular sobre el fundamento dualista una educación natural y adaptada a las regularidades del desarrollo.
     
  5. La dinámica arriba descrita se despliega a lo largo de un desarrollo en tres grados: Desde el estado natural, pasando por el estado social, al estado  moral. Este desarrollo hay que entenderlo primeramente como lógico y sólo en segundo lugar como temporal en el sentido de fílogénesis u ontogénesis respectivamente.
     
  6. En el estado natural domina la naturaleza animal; lo superior se halla en  estado de disposición germinal. Así es, por ejemplo, la sensación de  simpatía expresión de la naturaleza animal, al mismo tiempo, sin embargo, es también  la base natural para la forma más alta de la moral: el amor. O bien: La curiosidad es expresión de la sensualidad, al mismo tiempo, sin embargo, la base para el auténtico interés por la verdad. O bien: La pereza nace de la tendencia de evitar desgana, pero al mismo tiempo es la base natural para "sangre fría" en el juicio. O bien: El instinto maternal es expresión de la  naturaleza animal, pero al mismo tiempo la base para el "amor vidente" (el amor que ve).
     
  7. En teoría hay que distinguir entre el estado natural incorrupto (puro) y  el corrupto.
     
    • El estado natural incorrupto sólo se puede concebir: como estado de una  referencia total al presente y del equilibrio entre necesidades vividas y las fuerzas necesarias para su satisfacción.

    • En realidad sólo se puede experimentar el estado natural corrupto: caracterizado por el egoísmo, por la autoafirmación y la búsqueda de placer, es decir, evitación de la desgana, se caracteriza también por la desproporción entre necesidades y fuerzas y, con ello, por la preocupación por el futuro y la lucha por la seguridad.

  8. El estado natural corrupto del hombre es de tal índole (búsqueda de placer y evitación de desgana, emparejadas con la capacidad de pensar y de planificar), que se hace imprescindible la entrada en el estado social de la cual no se puede retroceder. A través de la socialización el hombre llega a disfrutar de derechos, está sujeto, sin embargo, a la exigencia de tener que cumplir obligaciones y de soportar limitaciones, es decir, de obedecer.
     
  9. Por la socialización el hombre se creó y se está creando un mundo que no existe en el reino animal: Derechos y obligaciones, leyes,  instituciones (Estado, economía, sistema monetario, asociaciones de todo tipo, sistemas de comunicación), en breve: la civilización.
     
  10. La  entrada a la sociedad no apaga en el individuo el egoísmo natural; la   sociedad sólo lo limita y protege, de esta forma, a los demás de sus efectos negativos. Con la socialización el hombre entra por tanto en una contradicción consigo mismo, como ser natural que sigue siendo incluso en el estado social: Por motivos egoístas desea tener todas aquellas ventajas que sólo se pueden conseguir a través de la sociedad, y por el mismo egoísmos quisiera evitar o negar todas aquellas limitaciones y cargas que, al fin y al cabo, hacen posibles las ventajas sociales.
     
  11. Por consiguiente el Estado, como vigilante del orden de derecho, sólo puede imponer los reglamentos previstos en la ley contra el egoísmo de los individuos (no o aún no morales), si dispone de medios de poder. En  tanto que es el deber del Estado garantizarle seguridad al individuo, por una parte, tiene que exigir de todos que renuncien al uso de la violencia física para la solución de conflictos, pero, por otra parte, tiene que emplear el poder que se le ha delegado contra aquellos que quieren contravenir a este pacto. (Con otras palabras: El Estado como Estado no puede obrar "cristianamente"; esto es, en todo caso, cosa del individuo.)
     
  12. Con vistas al afán del individuo de llegar a una armonía consigo mismo, la entrada a la sociedad resulta por tanto ser una ilusión. En primer lugar, no está apagado, como ya lo hemos dicho, el egoismo del individuo y, en segundo lugar, aumenta la tensión entre necesidad y fuerza, porque la sociedad despierta por una parte necesidades siempre nuevas y, por otra, debilita las fuerzas del individuo por las comodidades sociales. Así pues, el hombre no consigue la finalidad para el logro de la cual entró al estado social, precisamente a causa esta entrada.
     
  13. Así pues, la sociedad como tal nunca puede garantizarle al individuo la  plena realización de su vida, sino siempre puede tan sólo crear un marco que le posibilite la autorealización. El individuo se queda en contradicción consigo mismo y sufre por las contradicciones inherentes al carácter de la sociedad, hasta que reconoce que la auténtica satisfacción de la vida sólo se puede conseguir por medio de la renuncia a pretensiones (exigencias) egoistas. El peso de la situación social tiene su significado profundo en cuanto el individuo sólo por el sufrimiento causado por este peso puede llegar a la decisión de abrazar él mismo la posibilidad de la moralidad.
     
  14. El ser humano moral reconoce que tiene que cumplir una tarea en su vida: su propio perfeccionamiento. Esto sólo se puede conseguir mediante la renuncia al egoísmo y el desarrollo de las fuerzas morales, es decir del corazón: amor, confianza, gratitud, espíritu de solidaridad, sentido de la belleza, responsabilidad por el conjunto, creatividad, religiosidad, voluntad libre para el bien, etc. Por la realización de la moralidad, el hombre llega a ser "obra de sí mimo" y es verdaderamente "libre".
     
  15. Por tanto las contradicciones sentidas en el estado natural corrompido y en el estado social sólo se pueden solucionar mediante la moralización propia. La moralidad se realiza en la medida en que la naturaleza superior prevalece frente a la naturaleza sensitiva.
     
  16. Aunque la moralidad, al fin y al cabo, se concrete en gran medida como acción social, nunca puede ser atribuída a una colectividad, sino "es totalmente individual, no existe entre dos". En este sentido no es tampoco idéntica con lo objetivamente bueno o deseable (sea ello lo que fuere). No es moral el resultado de un actuar razonable o con buena intención (por ej., una ley justa), sino únicamente el actuar del individuo que decide.
     
  17. Dado que el hombre solo, como ser físico con instintos y necesidades, en principio no puede quitarse la naturaleza animal (excepto en la muerte) y, dado que en todo caso es miembro de una sociedad concreta y con ello participa en sistemas colectivos (y los conlleva), que en principio sirven para la autoconservación y la autoafirmación, con derecho no puede, como individuo, reclamar poder vivir siempre y en todo caso libre de contradicciones. Nadie puede ser puramente moral, si quiere sobrevivir físicamente.
     
  18. Las contradicciones forman por tanto parte de la naturaleza del hombre. Son explicables, porque en cada uno de los tres estados son válidas otras reglas:

    • Como ser del estado natural, el hombre se defiende él mismo, piensa siempre en sí mismo, busca su ventaja y sucumbe a la fuerza de los instintos ("obra de la naturaleza").

    • Como ser social el individuo es parte de un sistema que funciona ("obra de la sociedad", "obra del la especie"), cuyas ventajas quisiera disfrutar, el cual, sin embargo, sólo posibilita estas ventajas mientras que los individuos no se niegan a formar parte del conjunto (es decir a funcionar), a pesar de la vivencia de frustración que lo acompaña con frecuencia.

    • Como ser moral ("obra de sí mismo") el hombre renuncia a pretensiones egoístas, busca el bien del otro y del conjunto y se perfecciona, desarrollando todas aquellas fuerzas y disposiciones que le posibilitan la entrega a los prójimos y a la comunidad.

  19. El estado natural  y el estado social, por un lado, y el estado moral, por el otro, están entre sí en una relación recíproca: Así como la naturaleza animal forma la cáscara necesaria para la formación del hueso indestructible (la naturaleza superior), de la misma manera aquellos dos estados, en los cuales domina la naturaleza animal (el estado natural y el estado social) son la condición previa necesaria para la moralización del individuo. Por otra parte, el hombre moral actúa sobre la organización concreta del estado social (como legislador y en la manera en que respeta las leyes), por lo cual una sociedad concreta es tanto menos abrumante cuantos más individuos perciben su propia moralización como tarea vital. El estado social, de por sí, es lábil y depende de cuántos hombres o bien sucumben a "la obra de la naturaleza" (es decir obran de manera egoista) o – lo que significa moralidad del individuo – reconocen el objetivo de la socialización (Vergesellschaftlichung).
     
  20. Los tres estados hay que comprenderlos como tres maneras de existir diferentes, a las que estamos o (en el caso del estado moral) debemos estar unidos u obligados siempre al mismo tiempo. Cada biografía humana puede, por tanto, ser analizada con referencia a los tres estados. (Así, la solución de un conflicto en el estado natural se basa, por ejemplo, en el derecho del más fuerte, en el estado social en el derecho positivo en vigor y en el estado moral en la consideración comprensiva y respetuosa de las peticiones legítimas del adversario.)
     
  21. Con vistas a la diferencia entre el estado social y el moral (prescendiendo del estado natural) podemos calificar como civilización todas las acciones y logros de la sociedad, mientras que la cultura en cada caso tiene que ser calificada como resultado de indivduos que actúan moralmente. Todas las instituciones civilizadoras consideran al individuo como portador de papeles concretos y, con ello, desde un aspecto colectivo, y en este sentido se refieren siempre a la existencia colectiva del hombre. Frente a esto, la cultura verdadera consiste en  tomar en serio la existencia individual del hombre, lo que significa corresponder a la unicidad y a la situación vital concreta (situación individual) de cada hombre. Para la superación de ciertas tareas estatales y sociales (como, por ejemplo, las finanzas, la policía, el ejército), es inevitable la consideración del hombre con vistas a su existencia colectiva, sin embargo – según Pestalozzi – los ámbitos de la religión, de la educación y de la asistencia a los pobres deben ser tratados con vistas a la existencia individual del particular.

    Todo lo civilizador  puede ser manejado, o bien reconociendo el objetivo propio de la unificación social (y con ello desde una postura moral de las personas con poder de decisión), o por intereses puramente egoístas de particulares o de grupos. Cuando se da lo último, Pestalozzi habla de "estropeadores de la civilización" (Pestalozzi emplea esta expresión en total unas 120 veces).

Con los ejemplos "ganancia" y "propiedad y estado de posesión" se demostrará finalmente, en qué manera Pestalozzi analiza Lebensvollzüge e instituciones con la ayuda de su doctrina de los tres estados. Hay que observar que Pestalozzi con el término "yo" se refiere al hombre en general. Como demuestra el texto, se pueden describir teniendo en cuenta la posibilidad: o bien de obrar egoístamente y sin consideración en el estado social (y con ello sucumbir a la propia naturaleza animal), o bien de reconocer el objetivo de la socialización  (y de renunciar, aunque no del todo, a su egoísmo, pero sí, frenarlo en los límites del objetivo y del derecho social) teóricamente cuatro maneras de existir:

  1. la puramente natural, libre de instituciones sociales, que en el fondo ya tan sólo es pensable

  2. la que corresponde al egoísmo natural y que no tiene ninguna consideración del objetivo de la socialización

  3. la limitadamente egoísta que, reconciendo el objetivo social, se ocupa de la preocupación por sí mismo

  4. la propiamente moral, que se ha elevado por encima del egoismo propio y ya no tiene como único objetivo más que el perfeccionamiento de sí mismo o el hacer feliz a los demás respectivamente.

Ganancia

Como obra de la naturaleza no conozco ninguna ganancia, la inocencia animal no gana. Como obra de mi especie, la ganancia toma un rumbo diferente, si reconozco el objetivo y el derecho de la unión social o si no lo reconozco.

En el primer caso, la pretensión de tener derecho a ella para mí se basa en una preocupación por mí mismo que, dentro de mí mismo, se halla en los límites socialmente legítimos y me conduce, dentro de estos límites, a la satisfacción de mí mismo en mis condiciones inmediatas.

En el otro caso pretendo tener derecho a la ganancia, derecho que se basa enteramente en la libertad de mi egoísmo animal, y aparezco ante la sociedad burguesa sin fuerza social frente a mí mismo, sin una voluntad social limitada por las barreras sociales, sucumbiendo a los sentimientos animales de mi naturaleza estropeada – es decir: a mí mismo como obra de la naturaleza. (Nota de Pestalozzi: En los párrafos siguientes y para evitar la pesadez de la repetición voy a denominar esta característica de mi persona simplemente con las palabras "sucumbiendo a la obra de la naturaleza".)

Propiedad y estado de posesión

Como obra de la naturaleza no conozco ningún estado de posesión, la inocencia no posee nada. Sucumbiendo a la obra de la naturaleza intento, mediante la posesión de la propiedad, extender mi derecho más allá de lo que puede permitir la finalidad de la unión social; en este estado de mí mismo, nada me preocupa aumentar las cargas de los seres humanos sumisos a mí por causa de mi propiedad, sin consideración de una satisfacción esencial que les corresponde tanto a los solicitantes de la propiedad social, como a los propietarios.

Nota: Con "propiedad" Pestalozzi se refiere a bienes raíces. Con "cargas" se refiere a intereses y diezmos. Los "seres humanos sumisos" a la propiedad" son idénticos a los "solicitantes", es decir con aquéllos, cuya ganancia depende de ello: los campesinos tributarios que trabajan, obligados a pagar intereses y diezmos. En este estado de mí mismo no me basta que los beneficiarios de mi propiedad sumisos a mí consideren buena y justa la original injusticia del estado de posesión, pretendo además que, empleando éste mismo, me permitan la libertad animal, a través de la cual la propiedad en el mundo tuvo casi en general su origen. (Nota: Pestalozzi no puede ver eficiente ningún derecho social en la apropiación original de bienes raíces, sin embargo, aboga – ya que este paso ha sido dado – como mal menor, por aceptar en principio como hecho el no-derecho (la injusticia) de la apropiación, porque poniendo en duda el derecho a la propiedad, se romperían los vínculos sociales en general.)

Si, por ello, reconociendo el derecho de mi especie, cargo la mayor propiedad con la carencia de la más pequeña, cargo, sucumbiendo a la obra de la naturaleza, la propiedad menor con los antojos de la mayor. Si, sin embargo, reconociendo el derecho de mi especie, intento darles a los seres humanos que no tienen parte en el mundo, un sustituto de sus derechos naturales que les satisfacen, les niego, sucumbiendo a la obra de la naturaleza, su derecho social.

Como obra de mi epecie y reconociendo su derecho, la propiedad y el estado de posesión son los pilares fundamentales del estado social y de las fuerzas que desarrollan y forman nuestra especie. Sucumbiendo a la obra de la naturaleza, sin embargo, es la caja de Pandora de la cual nacieron todos los males de la tierra.

Como obra de mí mismo, reconozco el estado de posesión de cada uno, en mi mano misma, sin embargo, es tanto como no-estado de posesión, sino mucho más un medio, incluso a riesgo de mi derecho y de mi uso, para ennoblecerme y hacer feliz a mi especie (PSW 12, pg. 134 s.).